La Iniciativa

Me acerqué a la ventanilla cuando llegó mi turno. Estaba algo apartada, en una esquina cercana a la cámara. Tomé asiento y saludé a la secretaria que me atendía, una mujer de mediana edad con aires de funcionario que no paraba de escribir a toda velocidad, tramitando quizás el último pedido.

-Bienvenido a la Oficina de Iniciativas. -me recibió en tono frío sin apartar la vista del monitor ni los dedos del teclado- En que puedo ayudarle?

-Buenos días. -empecé sin preámbulos como solía hacer- Vengo en nombre del grupo promotor AZZA. Nuestra empresa gustaría de llevar a cabo un proyecto urbanístico en unos terrenos en Valdepeñas y necesitamos…

La mujer había dejado de escribir y me miraba con desprecio.

-Disculpe señor -me interrumpió en tono seco-, pero vuestra actitud nos ofende. Ésto no es un banco, por favor! Formule la petición de forma pertinente.

-Lo siento.

¡Que burro! Me habían preparado para ésto. ¿Como lo había olvidado? Sí, estaba acostumbrado a tratar con bancos, pero ésto no era lo mismo. “Es muy parecido” me advirtieron “pero hay ciertas reglas protocolarias que hay que respetar”. Cómo eran…

-Decía -proseguí pausadamente- que quisiera dar a conocer una propuesta de … de mejora del entorno en la diputación de Valdepeñas. Se trata de una obra de gran envergadura con beneficio a nivel estatal y que, por lo tanto, debe ser …discutido aquí.

-Muy bien. -El rostro de la mujer se había ido ablandando. Tomó el teclado y volvió a escribir a ritmo monótono- Presentaremos el proyecto a la cámara en cuanto sea posible. Ya tiene algún aval?

-No. De eso también quería hablarle. Me gustaría comprar uno.

-Perfecto -sonrió con malicia. Sus dedos no paraban de moverse-. Ésta semana tenemos una oferta especial: siete conservadores, seis progresistas y dos nacionalistas por solo un dos por ciento del beneficio neto. Con ésto casi puede asegurarse una sesión ordinaria.

-Entonces adelante.

-¿Desea algo más?

-No, gracias.

Tras unos segundos la mujer terminó de escribir y la impresora se puso en marcha.

– Aquí tiene. -me tendió la hoja- Firme aquí, y deje un teléfono de contacto.

Empecé a leer: “Iniciativa de mejora del entorno…”

-Espere -saqué la carpeta de mi maletín- ¿No tengo que presentar más detalles?

-No. ¿Para que habría que hacerlo? esta claro que es para un bien común y beneficioso para la comunidad. No está de acuerdo?

-Sí, sí. Claro.

-No estará poniendo en entredicho el sistema ¿verdad?

-No, yo jamás… De todas formas llevo…-No quería papeles, ésto estaba claro. Así que volví a guardar la carpeta y firmé- ¿Cuando podré presentar el presupuesto?

-La semana que viene.

<

-Muy bien. Así ya está?

-Si todo va bien sí. Hasta la próxima y gracias por confiar en la Oficina de Iniciativas. -Ni siquiera me tendió la mano para despedirme, cogió el teclado y se sumergió de nuevo en sus quehaceres- Siguiente!

Abandoné la Oficina de Iniciativas furtivamente, deprisa y en silencio como un niño travieso que se siente culpable de su última fechoría.

“Bueno” pensé “Al final resultó ser mucho más fácil que tratar con un banco”. La experiencia me enseñó que los negocios se diferencian entre aquellos que requieren mucho papeleo y los que se arreglan con el voto de palabra. Qué induce a llevar los segundos lo aprendí durante mis correrías de juventud. Y nunca pensé que volvería a ellos vestido con traje y corbata.

Al salir del edificio pasé entre los dos leones de bronce, sentados y orgullosos de su majestuosa sobriedad. Símbolos de un antiguo poder desvirtuado con el paso del tiempo. Como parte de una broma macabra, o tal vez por compasión, alguien había pintado una venda blanca sobre sus ojos.